“El da que suceda la gran calamidad [el fin
del mundo] el ser humano recordar todo lo que haya hecho, y ser expuesto el
fuego del Infierno para que lo vean. Quien se haya extralimitado y preferido la
vida mundanal, su morada ser el Infierno. En cambio, quien haya tenido
conciencia de que comparecer ante su Seor y haya preservado su alma de seguir
sus pasiones, su morada ser el Paraso”. (Corn 79:34-41)
Estas aleyas
cruciales y esenciales del Corn provienen de la sura 79,
An-Naziat, traducida como “los ngeles arrancadores” o “los ngeles que
extraen el alma”. Este captulo fue revelado en La Meca y su tema es la
inevitabilidad del Da del Juicio. Estas ocho aleyas (34 a 41) se refieren en
particular a ese evento. Esta es una sura muy emocional, que hasta este punto
ha evocado temor y expectacin aprensiva.
La primera aleya en este grupo de
versculos comienza con una declaracin de autoridad. Afirma un hecho inminente:
cuando este gran evento venga, o cuando la abrumadora calamidad llegue. El
conocimiento de cundo ser el momento solo lo tiene Dios; y el Profeta Muhammad
advirti repetidamente a los incrdulos que el momento es desconocido, pero el
hecho de que llegar es indiscutible. La Tierra llegar a su estado de
extincin, y la comodidad fugaz de esta vida se extinguir.
Ese, da todos los seres humanos
recordarn a qu dedicaron su tiempo en este mundo. Recordarn aquello por lo
que se esforzaron. Cada persona puede haber sido distrada por las comodidades
de la vida o por los acontecimientos en su existencia, pero cuando la calamidad
los golpee, recordarn tanto lo que hicieron de bueno como lo que hicieron de
malo. Recordarn las advertencias que les llegaron, y muchos comenzarn a hacer
cuentas de sus fechoras.
Este sentimiento a veces supera a la
gente en esta vida, en particular cuando han escapado de un accidente serio o
se han recuperado de una enfermedad grave. Piensan en la muerte y en su propia
inmortalidad, y de repente recuerdan aquellos pecados que ahora desearan jams
haber cometido. En esa ocasin tan importante (el Da del Juicio) no solo
recordarn, sino que el Infierno les ser mostrado.
El Infierno ser expuesto para que
todos lo vean. Todo el mundo lo ver con sus propios ojos, ya no lo imaginarn
ms, ser una realidad que enfrentarn visualmente. Aquellos que afirmaron que
no creeran hasta ver con sus propios ojos, ahora vern y creern. Se har
claro que la gente tiene diferentes destinos. Dios se dirige ahora a quien
transgredi, a quien cometi pecado y no se arrepinti, a quien prefiri las
distracciones de la vida mundana sobre los asuntos de la religin.
Aquellos que se rebelaron contra las
instrucciones de Dios no solo vern el Infierno, sino que entrarn en l. La
rebelin no es necesariamente la negacin de la vida en el Ms All, es la
predileccin por los asuntos mundanos en lugar del Ms All.
Dios llama “refugio” al Infierno, es
una forma de sarcasmo. Ello refiere a la aleya 12 de esta misma sura, donde los
incrdulos llaman a la resurreccin un retorno lleno de prdida. “Dicen: Si
sucediera, estaramos arruinados” (Corn 79:12). Cuando se les dijo a los
incrdulos que resucitaran despus de la muerte, comenzaron a burlarse y se
dijeron unos a otros: “Bueno, si realmente seremos resucitados, entonces
estaremos realmente condenados”.
Por otra parte, quienes temieron a su
Seor y controlaron sus deseos mundanos, tendrn por refugio el Paraso. Aquel
que teme presentarse frente a Dios no peca consciente o voluntariamente. Si
sufre un desliz en un momento de debilidad humana, se arrepiente y ruega
perdn. El temor de Dios y el control de los deseos se mencionan en conjunto en
la misma aleya. Una persona puede utilizar el temor de Dios para luchar contra
los deseos malignos. Dios entiende la debilidad humana, por eso no le pide a la
humanidad que elimine sus inclinaciones malvadas, solo nos pide que nos
controlemos. As, la recompensa por el autocontrol es el Paraso.
Las aleyas terminan con una declaracin
de aquellos que prefieren centrarse en el Ms All y controlar sus malos deseos
para hallar refugio eterno en el Paraso. Dios conoce las dificultades de esta
lucha y ha designado una recompensa apropiada.
En estas pocas palabras, ocho pequeos
versculos del Corn, Dios establece claramente cul ser el criterio del Juicio
Final: cmo llev su vida mundana una persona. Si la conducta fue a consciencia
y sin arrepentimiento, un pecador, desobedeciendo a Dios, la morada ser el
Infierno; y si la persona temi a Dios y luch contra las inclinaciones
ilcitas, su morada ser el Paraso.