“Creyentes! Que las posesiones materiales y
los hijos no los distraigan del recuerdo de Dios, pues quienes se alejen del
recuerdo de Dios sern los perdedores. Den en caridad parte de lo que les he
provisto, antes de que la muerte les sobrevenga y [recin] entonces digan:
Seor mo! Concdeme un poco ms de tiempo para poder hacer caridades y ser
de los piadosos. Pues Dios no retrasar el momento fijado para cada alma
cuando este llegue, y [sepan que] Dios est bien informado de cuanto hacen” (Corn
63:9-11).
Estos versculos
esenciales son los tres ltimos del captulo 63, “Los hipcritas”.
Esta sura de once aleyas fue revelada en Medina, y advierte a los creyentes,
que estaban en el proceso de establecer un Estado islmico totalmente
funcional, acerca de la traicin de los hipcritas que haba entre ellos. Dios
describe una ocasin especfica, cuando los hipcritas trataron de evitar que se
donara un dinero a los creyentes, y luego, en estas aleyas, l les pide a los
creyentes que usen ms de su propia riqueza para ayudar a los necesitados entre
ellos.
La aleya 9 enfatiza la importancia de
no preocuparse demasiado por los asuntos mundanos, porque las personas que as
lo hacen estarn entre los perdedores. Disfrutar de los placeres de esta vida
sin recordar las obligaciones que se deben a Dios solo llevar a la prdida y
la decepcin. Las riquezas y los nios son dos cosas que pueden preocupar a las
personas, y son bondades de parte de Dios, pero tambin pueden ser pruebas.
Dejar que las riquezas y los hijos te distraigan de recordar a Dios es un gran
error que puede llevar a consecuencias graves. Perder en el Da de la
Resurreccin es una prdida monumental, y puede ocurrir independientemente de
cun rica sea una persona o de cun numerosa sea su descendencia.
El Profeta Muhammad (la paz y las
bendiciones de Dios sean con l) les dijo a sus compaeros que l tema que
fueran ricos, en lugar de temer que fueran pobres. Les dijo: “No temo para
ustedes la pobreza, sino que temo que compitan entre ustedes (para ver quin
tiene ms posesiones)”. Tambin dijo: “Dos lobos hambrientos, si se sueltan
entre un rebao de ovejas, causan menos dao que la codicia de un hombre por
aumentar su dinero y su prestigio”[1].
Dios y el Profeta Muhammad nos advierten que hay una relacin directa entre el
amor al dinero y las posesiones y la prdida de devocin a Dios. La prdida de
devocin a Dios conduce directamente a que la persona sea de los perdedores en
el mundo por venir.
En la aleya diez, Dios nos dice que hay
algo en esta vida mundana a lo que debemos prestar atencin: dar a los dems
parte de la bondad y la riqueza que l nos ha brindado. Esto nos recuerda, de
inmediato, que Dios es la fuente de la riqueza, las posesiones y la
descendencia que tenemos. Dios nos las ha proporcionado y l nos instruye que
seamos generosos con ellas. Debemos obrar con generosidad antes de que se
acerque la muerte. Cuando el tiempo de la muerte llegue, aquellos que no usaron
su riqueza con prudencia y generosidad, rogarn a Dios que les permita
permanecer en este mundo un poco ms, a fin de tener ms tiempo para dar en
caridad.
Nuestro gran modelo a seguir, el
Profeta Muhammad, dijo: “A quien d una caridad igual a un dtil de sus
ganancias licitas (pues Dios solo acepta lo que es bueno), Dios tomar esa
caridad en Su mano derecha y la cuidar por aquel que la dio, como cualquiera
de ustedes cuida a su potro hasta que se vuelve como una montaa”[2].
El renombrado erudito islmico Ibn Al Qaiem
dijo sobre el Profeta Muhammad, que l “fue el ms generoso al dar caridad, y
jams pens que algo fuera demasiado valioso ni demasiado insignificante como
para no darlo en caridad”. Si alguien le peda algo, l se lo daba con mucho
agrado, sin importar si era algo grande o pequeo. l encontr felicidad en
dar, probablemente ms que quien reciba. l esperaba la recompensa de Dios y
encontraba placer en ayudar a los dems[3].
La aleya once, la ltima de la sura, hace
que el hecho de que la muerte no se puede retrasar sea muy claro. Dios dice, de
forma inequvoca, que l no indulta a ninguna persona. El da, la hora y el
lugar de la muerte de cada persona son fijos e inamovibles. Y Dios est
totalmente consciente de todo lo que hacemos.
En estas aleyas se nos recomienda enfticamente
que estemos entre los justos ahora, mientras tenemos tiempo, porque pedirle a
Dios que retrase el momento de la muerte no nos ayudar en modo alguno. La
rectitud, a los ojos de Dios, ser determinada por nuestro tiempo en este
mundo. En el Da de la Resurreccin la persona que estuvo completamente
atrapada por las delicias de este mundo, mirar a su alrededor para ver que lo
ha perdido todo. Unos pocos minutos de placer pueden resultar en una eternidad
de prdida.
Estas tres aleyas con que concluye la
sura 63, “Los hipcritas”, estn dirigidas a los creyentes. Dios quiere que
ellos se liberen de cualquier caracterstica que sea como la de los hipcritas.
Los creyentes deberan preferir recordar a Dios y obedecer Sus mandamientos en
lugar de permitir que la riqueza y la descendencia los desven de su verdadero
propsito. Adorar a Dios y estar entre los justos en el Da de la Resurreccin
debe ser el propsito primordial y el objetivo ltimo.
Pie de pgina:
[1]
At-Tirmidhi.
[2] Sahih Bujari y Sahih Muslim.
[3] Ibn Al Qaiem, Zadul Maad.