Desde
el comienzo, debemos sealar que este es un tema en el cual las mayores mentes
de la humanidad se han interesado, y por el que muchas personas han perdido su
camino. Los compaeros del Profeta no hacan preguntas sobre el libre albedro,
porque su fe era muy fuerte y no dejaba espacio para que se arraigaran los
tipos de dudas que instigan esta lnea de pensamiento.
Al mismo tiempo, decimos que los
pilares de la fe que nuestro Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con
l) nos describi, son seis. Ellos son creer en Dios, en Sus ngeles, en Sus
libros, en Sus mensajeros, en el ltimo Da y finalmente, en el decreto divino
(tanto lo bueno como lo malo que devienen de l).
La fe en el decreto divino tiene cuatro
dimensiones:
1. Conocimiento. Creemos
que Dios conoce todas las cosas. l lo sabe todo, y Su conocimiento eterno y
constante abarca lo que ya ocurri y lo que ocurrir. l no llega a conocer las
cosas despus de haberlas desconocido, ni est sujeto al olvido.
2. El registro. Creemos
que Dios ha escrito en la Tabla Protegida todo lo que existir y ocurrir hasta
el Da de la Resurreccin. Dios dice: “Acaso no sabes que Dios conoce
cuanto hay en el cielo y en la Tierra? Todo est registrado en un libro, eso es
fcil para Dios” (Corn 22:70).
3. La voluntad de Dios. Creemos
que Dios ha querido todo lo que tiene lugar en los cielos y en la Tierra. Todo
lo que l desea debe llegar a suceder. Todo lo que l no quiere, jams tendr
lugar.
4. Creacin. Creemos que
“Dios es el Creador de todas las cosas, y l es su Custodio. A l pertenecen
las llaves de los cielos y de la Tierra” (Corn 39:62-63).
Estas cuatro dimensiones de la fe son
todo lo que creemos acerca de Dios con respecto a los asuntos del decreto y la
voluntad divinos, y tambin nos aclaran qu responsabilidad les corresponde a
Sus criaturas. En otras palabras, todo lo que los seres humanos dicen, hacen, o
de lo que se abstienen, todo es conocido por Dios, registrado en la Tabla,
querido por Dios y creado por l.
Dios dice: “Para que se encamine
quien quiera. Pero sepan que solo se encaminar quien quiera Dios, Seor del
universo” (Corn 81:28-29).
Tambin dice: “Dios es Quien los
cre a ustedes y a lo que ustedes hacen” (Corn 37:96).
Creemos en estos aspectos del decreto
de Dios. Tambin creemos que Dios nos ha dado libre albedro, y elegimos
libremente nuestros actos. Esto est claramente establecido en el Corn de la siguiente
forma:
1. Dios atestigua nuestra
voluntad. Por ejemplo, l dice: “Siembren en su campo cuando [y como]
quieran” (Corn 2:223). l dice: “Si [los hipcritas] hubieran
querido realmente combatir, se habran preparado para tal fin” (Corn
37:46).
2. Dios nos ordena. El
hecho de que Dios nos dirija rdenes y prohibiciones solo tiene sentido si
somos libres de cumplirlas. De otro modo, se nos ordenara algo que estara
totalmente fuera de nuestra capacidad, ya que nuestro cumplimiento o
incumplimiento estara predeterminado. Por lo tanto, no tendra sentido hacer
demandas a entidades que no tienen capacidad para cumplirlas. Adems, Dios dice:
“Dios no exige a nadie por encima de sus posibilidades” (Corn 2:286).
3. Dios elogia y censura.
l elogia a quienes hacen el bien por el bien que hacen, y censura a los
malhechores por las cosas malas que hacen. Tambin nos da recompensas por
nuestras obras. Esto solo tiene sentido si llevamos a cabo estos actos por
nuestra propia voluntad. De lo contrario, no habra nada que recompensar ni
castigar.
4. Dios envi mensajeros
para establecer Su prueba sobre la creacin. Los mensajeros son “anunciadores
de albricias y como amonestadores, para que [la humanidad] no tuviera argumento
alguno ante Dios [por haber rechazado el mensaje]” (Corn 4:165). Si
la gente no fuera libre en sus decisiones, su argumento en contra de Dios (de
que no tenan gua) no sera invalidado despus de que Dios enviara a Sus
mensajeros, ya que, si ellos fueran obligados en sus actos, no habra
diferencia alguna si reciban o no la gua.
Finalmente, tenemos un conocimiento
prctico, a priori, de que realizamos nuestros actos por nuestra propia
voluntad y eleccin. Decidimos qu hacer y de qu nos abstenemos, sin ningn
sentido de estar obligados en nuestras decisiones. Esto se aplica incluso a las
ms pequeas de nuestras acciones voluntarias, como sentarse o estar de pie,
quedarnos en casa o salir, as como a decisiones ms sustanciales como el matrimonio,
el divorcio, o la decisin de trasladarse a otra ciudad. Es por esto que
sentimos con mayor agudeza si alguien intenta obligarnos a hacer algo que no
queremos hacer. Y es tambin por esto que Dios no nos hace legalmente
responsables de lo que hacemos bajo coercin.
Responsabilidad por nuestras obras
Un pecador no puede escudarse en que
fue “condenado” o “destinado” a cometer un pecado, ya que dicho pecado fue
llevado a cabo por el libre albedro del pecador. S, Dios sabe, en Su
conocimiento eterno, que el pecador iba a perpetrar ese pecado en particular,
en un momento especfico del tiempo, y quiso permitir que as fuera, pero l no
oblig al pecador a tomar esa decisin. Adems, solo llegamos a saber que eso
estaba escrito para el pecador despus de que lo ha hecho. Es por esto que Dios
dice: “Nadie sabe qu le deparar el da siguiente” (Corn 31:34).
Cmo podemos excusar nuestros actos
con aquello que desconocamos de antemano? Es por esto que Dios dice: “Quienes
Le asociaron divinidades a Dios dirn: Si Dios hubiera querido no Le habramos
asociado nada y no habramos vedado nada, ni nosotros ni nuestros padres. As
es como desmintieron quienes los precedieron, hasta que sufrieron Mi castigo.
Pregntales: Acaso tienen algn conocimiento que puedan presentar?. Solo
siguen conjeturas, y no hacen ms que especular” (Corn 6:148).
En nuestros actos, estamos tanto en
libertad como bajo la determinacin de Dios, l crea nuestros actos y las
voluntades con las que actuamos, en tal medida nuestras acciones estn bajo Su
determinacin. Sin embargo, ya que elegimos por nosotros mismos los actos que
queremos llevar a cabo (una eleccin que Dios nos ha querido dar), somos libres
en nuestras elecciones y ganamos lo bueno o lo malo.
Y Dios sabe ms.